
Ing. Julio Rafael Chávez Meléndez
ANTECEDENTES. –
Cuando estalló en el caribe la crisis de los misiles rusos,
secretamente emplazados en la isla de Cuba en 1962 por
parte del primer ministro de la Unión Soviética Nikita
Jrushchov, de común acuerdo con el líder de la revolución
cubana Fidel Castro para detener el inminente ataque militar
del poderoso ejército norteamericano contra Cuba y su
nobel revolución, se produjo un escalamiento inusitado de
la tensión mundial y parecía inevitable la guerra nuclear, que
acabaría con todo vestigio de civilización, al menos en esta
parte del mundo. Pero más allá de densos análisis provistos
de valederos argumentos escritos en libros, documentos,
películas a favor o en contra de la disputa ideológica, esto
supuso un quiebre que obligó a los EE.UU. a reposicionar su
doctrina de seguridad nacional ante la presencia en la región
del fantasma del comunismo hasta exterminarlo, como
efectivamente lo intentaron en el periodo de 1960 hasta el
año 2000 plagado de conspiraciones, invasiones, golpes de
estado, magnicidios de presidentes progres, apoyo a
dictaduras militares, bloqueos y la imposición de
mecanismos financieros extorsionadores para subyugar las
frágiles economías caribeñas y subordinarlas a los intereses
del gran capital internacional.
CONSECUENCIAS DEL PERIODO DE LA GUERRA FRIA
Ante este panorama tan sombrío y desolador que arrasó con
gobiernos democráticos y proyectos nacionalistas en la
región – y que, en un plano más amplio, culminó hacia finales
del siglo XX con el colapso de la Revolución de Octubre de
1917, aquella liderada por Lenin y heredera de la victoria
soviética sobre las huestes hitlerianas en la Segunda Guerra
Mundial, que salvaron a la humanidad entera de un
gigantesco Holocausto – se fue consolidando el poderío
unipolar de los Estados Unidos; y junto a él emergió un
sistema de gobernanza global que sepultó las escasas
esperanzas de equilibrio de poderes, proclamando el “fin de
la historia y de las ideologías”, como afirmara Francis
Fukuyama. Esto como el corolario de un siglo signado por
grandes guerras, la reconfiguración del orden mundial y la
agudización de las contradicciones que presagiaban
tiempos difíciles para América Latina y, en particular, para el
Caribe; región que, pese a todo, mantuvo en la Cuba
revolucionaria una resistencia épica y digna, capaz de
sobrevivir a la crisis de los misiles de 1962 y de demostrar la
relevancia geoestratégica del Caribe para América Latina y
todo el hemisferio.
EL CARIBE COMO ESCENARIO QUE MARCA EN EL SIGLO
XXI UN PUNTO DE INFLEXION PARA DAR PASO AL
NUEVO ORDEN MUNDIAL
Han sido muy dolorosas las situaciones que han ocurrido en
la región del caribe en los últimos lustros y que han colocado
en vilo a toda la humanidad, como para desestimar hoy el
inusitado despliegue de poderío militar que ha movido la
colosal maquinaria bélica norteamericana en torno al
asesinato extrajudicial de más de 70 humildes pescadores
que presuntamente ponen en peligro la seguridad de los
EUA; todo ello mientras sus calles y ciudades permanecen
inundadas de droga y fentanilo; un panorama que devela la
desgarradora realidad que padece la sociedad
estadounidense condenada al caos y colapso generalizado.
¿Acaso es realmente un problema de combatir el
narcoterrorismo que ellos mismos han ayudado a crear para
monopolizar el lucrativo negocio que produce ganancias
exorbitantes? ¿O se trata de controlar militarmente un
enclave geoestratégico que cuenta con todos los elementos
de la tabla periódica, con las mayores reservas energéticas
certificadas del planeta, y con inconmensurables riquezas
de biodiversidad, agua dulce y extensiones de tierras fértiles
cultivables, que garantizarían a quien las controle, la
supremacía absoluta para los próximos 50 años?
Ciertamente; pero no estaría completo el análisis si a estas
enormes ventajas comparativas que ofrece la región para las
voraces economías del norte global – en momentos en que
se desploman sus reservas estratégicas, se erosiona el
poder disuasivo de la OTAN y emergen con mucha fuerza
otros polos de desarrollo en Asia que le disputan la
hegemonía a Occidente – se le suma el hecho de que en
Venezuela, poseedor de buena parte de estas riquezas
naturales, se han retomado las banderas del Socialismo
Bolivariano del siglo XXI a partir de la llegada de Hugo
Chávez al poder en diciembre de 1998.Nuestro país, que ha
podido superar todas y cada una de las agresiones a las que
ha sido sometido en los últimos 27 años por parte del
imperio más genocida que haya conocido la historia de la
humanidad, se ha convertido por sus propios medios y con
alianzas estratégicas claves, en la esperanza viva por un
mundo más justo, solidario, en paz, sin hegemonía, con
respeto al derecho internacional y en armonía con la madre
tierra
RETOS Y DESAFIOS DE UN CONTINENTE EN
PERMANENTE REBELDIA
Sin duda que 63 años después de la llamada crisis de los
misiles en Cuba, América Latina y particularmente el Caribe,
- por cierto, declarada por la CELAC en La Habana en
diciembre del 2014 como Zona de Paz-, vuelve a llamar la
atención del mundo, pero esta vez, con los cañones
apuntando a Venezuela, la patria de Bolívar y Chávez;
poseedora (como ya se menciona anteriormente) de la
mayor reserva energética certificada de todo el planeta
(calculadas en más de 300.000 millones de barriles), y
garantía del equilibrio energético mundial; también
poseedora de grandes yacimientos de minerales
estratégicos que asegurarían la hegemonía tecnológica,
militar y financiera de quienes se coloquen a la vanguardia
del nuevo orden mundial.
Esta es la verdadera razón por la cual el gobierno
supremacista de EE.UU. se despliega militarmente en el
Caribe, por donde sólo circula el 5% del total de la droga que
entra a su país, so pretexto de combatir el narcotráfico. Ellos
intentan aniquilar la experiencia venezolana del socialismo
del siglo XXI para robarse sus riquezas; están obligados a
proteger las fabulosas ganancias que generan y lavan en los
paraísos fiscales de países caribeños cuyos sistemas
financieros sirven de centrifugas para perfumar el dinero mal
habido, que luego entra impoluto al sistema financiero
norteamericano.
Según la denuncia hecha por la Vicepresidenta ejecutiva de
Venezuela Dra. Delcy Rodríguez, basada en el informe de la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito
(UNODC), ratificado en 2025, el 85% de las ganancias del
narcotráfico permanecen en EE.UU., advirtiendo que el
crimen organizado genera entre 1,6 y 2,2 billones de dólares
anuales a escala global, de los cuales el tráfico de drogas
ocupa el segundo lugar con cifras que oscilan entre 426 y
652 mil millones de dólares, equivalente al 0,8% del PIB
estadounidense.
Estas colosales masas de dinero reflejan el papel de los
países consumidores como principales beneficiarios
económicos del negocio ilegal, y que bajo ninguna
circunstancia están dispuestos a perder. Llama
poderosamente la atención, como actualmente hay más de
49 millones de personas en los Estados Unidos que
padecen de al menos un trastorno, por consumo de
sustancias estupefacientes.
En el sur global se menciona con destellos de admiración la
enorme capacidad de resiliencia del heroico pueblo
venezolano y el liderazgo del Pdte. Nicolás Maduro Moros en
la conducción del partido y el alto mando político militar de
la revolución bolivariana, que cuenta con el apoyo solidario
del movimiento popular revolucionario venezolano y de
diferentes latitu