
Nuestra independencia es frágil.
Conquistar el poder es difícil,
Pero conservarlo es más difícil aún.
Hồ Chí Minh
22/08/2025.- En 1939, cuando las tropas de Hitler entraban orondas a París, inmediatamente las tropas aliadas japonesas hacían lo propio en la península Indochina tras ser invadida por los franceses en 1858, pero luego, con la caída del fascismo frente a las tropas soviéticas en 1945, los militares europeos regresaron con la aspiración de ser recibidos con bombos y platillos, pero nueve años después fueron derrotados en la explanada de Điện Biên Phủ, al noroeste de Vietnam, por las tropas de Võ Nguyên Giáp.
Las militares francesas no se conformaron con la humillación de los japoneses, cuando los alemanes entraron a París en 1939, durante la Segunda Guerra Mundial y en lugar de aliarse aunque fuese transitoriamente con los vietnamitas, en medio de su terquedad de creerse dueños de la ricas tierras indochinas, prefirieron recurrir al auxilio de los ingleses, pero los vietnamitas ya habían probado las mieles de la victoria y se lanzaron a la recuperación definitiva de lo que siempre les ha pertenecido: su tierra, su belleza, su cultura, sus templos, su confucionismo, budistas o cristianos, campesinos u obreros, gente de la montaña y de las llanuras, intelectuales y artesanos, al lado de sus hermanos y hermanas, como el Tío Hồ o el mismo Giáp, entre una pléyade de hombres y mujeres que estaban listos para tareas mayores.
Todo había sucedido en medio de la relampagueante Revolución de Agosto, que abonó el camino hacia la creación de la República Democrática de Vietnam, con Hồ Chí Minh al frente de la histórica misión.
De eso hace 80 años
El dos de septiembre de 1945, la emblemática plaza Ba Dinh de Hanoi, a la postre capital del país, fue el escenario que vio nacer lo que parecía imposible, la fundación de la República Democrática de Vietnam, que alistaría el terreno para la victoria definitiva frente al imperialismo yanqui en Saigón, el 30 de abril de 1975 y la creación definitiva, un año después [dos de julio de 1976], de la República Socialista de Vietnam.
“Los franceses huyen, los japoneses se rinden, el emperador Bao Dai abdica. Nuestro pueblo ha destrozado las cadenas de casi un siglo de dominación francesa para hacer de nuestra patria, Vietnam, un país independiente. Vietnam tiene derecho a ser libre e independiente. En efecto, ha llegado a ser un país libre e independiente. El pueblo vietnamita entero está decidido a movilizar todas sus fuerzas morales y materiales, a sacrificar sus vidas, sus bienes, para salvaguardar su derecho a la libertad y la independencia”.
Son palabras sabias del Tío Hồ, cuando aquel pequeño país, de tierras fértiles, rodeado de montañas, frente al mar del sur, apenas había recorrido medio camino antes de enfrentar y vencer al “Goliat” de la época, el imperialismo yanqui, que tras patear la mesa del Acuerdo de Ginebra (1954) decidió ignorar la sabia conseja que había dejado escrita el genio de Indochina en su Testamento del Presidente Hồ Chi Minh, publicado por la editorial The Gioi (Mundo) en 1969, año en que el Tío Hồ se despidió de sus camaradas en la ciudad de Hanoi, donde sus restos son venerados diariamente por muchos de sus paisanos y paisanas que lo acompañaron y por millones de vietnamitas que desfilan anualmente frente al Mausoleo de la Plaza Ba Dinh, donde se oyó por primera vez la palabra profética de aquel hombre que no tuvo hijos, pero sí millones de “sobrinos”. Por eso le llaman el Tío Hồ.
El Estado Nacional
Como ya lo estamos sintiendo en la Revolución Bolivariana, el poder popular estaba escrito como el factor principal para salvaguardar la independencia e impulsar la revolución nacional. Si la tarea antiimperalista de la defensa de la independencia nacional pasaba a ocupar un primer lugar, la tarea democrática no sería menos importante; era necesario consolidar la unión nacional, consolidando y movilizando la inmensa energía de las masas trabajadoras, así como estrechar cada día más el poder revolucionario y las masas populares. Ante los invasores imperialistas, era necesario levantar un frente unido, sólido, un pueblo resuelto, una voluntad inquebrantable, pero una táctica más flexible, mientras en el plano interior se imponían urgentes tareas como la lucha contra la hambruna, ampliación del frente nacional, reformas democráticas urgentes, consolidación del Estado Popular y la lucha inmediata contra el analfabetismo.
Con la situación de Vietnam, sobre todo en el norte, desde donde operaba el nuevo gobierno, se había heredado una profunda hambruna que produjo unos dos millones de fallecidos, y un año después irrumpió un deslave sin precedentes que afectó a las provincias más pobladas del delta del Río Rojo: faltaba mano de obra, la ganadería casi desapareció, no había semillas y, para rematar, después de la inundación, irrumpió una bestial sequía que barrió con 250 mil hectáreas, destacando un tercio de la cosecha de noviembre, la más importante del año, que se perdió totalmente.
Desde el tres de septiembre, a un día de la nueva república, el presidente Hồ Chí Minh hizo llamado dramático a la población: por un lado, una campaña de ayuda mutua y solidaridad, y por el otro, el impulso inmediato de la producción.
Así comenzó la gestión del primer gobierno revolucionario, que tras vencer a los franceses y a los japoneses, quedó presto para la dramática campaña entre 1954 y 1975, y hacer historia frente a la mayor potencia militar del mundo, la misma que hoy insiste en apoderarse del mundo y arrecia sus ataques en contra de la República Bolivariana de Venezuela.
«En esta hora, que el pensamiento de todos se centra en la lucha por la independencia,
que la inquietud de todos sea la de luchar contra la agresión extranjera.
Solamente a este precio nosotros escaparemos del aniquilamiento
y romperemos el yugo de la esclavitud”.
Hồ Chí Minh

Por Ángel Bastidas G
Consultas:
– Vien, N. K. (2010) Vietnam una larga historia. Ed. The Gioi.
- Testamento del Presidente Ho Chi Minh (2008). Ed. The Gioi