
El sistema necesita peones que no sepan que lo son. Los desclasados son su gran obra maestra: gente que sangra como el resto, pero defiende la mano que les aprieta el cuello porque teme perder un estatus imaginario. La élite no gobierna solo con dinero y poder, sino con la ilusión de que hay algo que perder si cuestionamos las cadenas. La verdadera fractura no es entre “clases medias” y “pobres”, sino entre quienes poseen el mundo y quienes solo poseen su fuerza de trabajo. Mientras no lo entendamos, seguiremos peleando entre nosotros mientras nos roban hasta la esperanza.

La amargura de la izquierda fue ver que los proletarios han ido escalando hasta llegar muchos a clase media en los países de libre comercio, ni se diga de los agricultores que ya son empresarios muchos, eso Marx no lo vio venir, por eso ahora no usan la hoz y el martillo.
Yo añadiría Pero no todo está perdido: basta con que una parte despierte para que el relato cambie. Entender quién gana y quién pierde con este sistema es el primer paso. Nombrar las cadenas es empezar a romperlas.