Arabia Saudí y Francia lideran el «genocidio político”

Por Khaled Barakat. Resumen Medio Oriente, 01 de agosto de 2025.

Mientras el pueblo palestino resiste una ofensiva genocida sin precedentes, con masacres diarias, hambre inducida y destrucción total en Gaza y Cisjordania, algunas potencias regionales e internacionales promueven con cinismo la llamada “solución de dos Estados” como si se tratara de una salida justa. En este artículo publicado originalmente en al-akhbar y traducido al español por Masar Badil, el escritor palestino Khaled Barakat desmonta este proyecto de liquidación y denuncia el papel cómplice de Francia y Arabia Saudí, que intentan imponer una “salida política” que niega el derecho al retorno, la soberanía y la resistencia del pueblo palestino.

Arabia Saudí y Francia lideran el «genocidio político

En medio de las continuas masacres sionistas contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza y la ocupada Cisjordania, y con el recrudecimiento del asedio, el hambre y los asesinatos diarios, se revelan cada vez con mayor descaro y claridad las dimensiones de la complicidad internacional y regional. En el corazón de esta connivencia, Arabia Saudí y la República Francesa asumen un papel sospechoso, promoviendo la llamada «solución de dos Estados» como salida política, mientras se extermina a la gente, se quema la tierra y se derriban las casas sobre sus habitantes.

Lo que París y Riad promueven no es más que un genocidio político en público, un reciclaje de un proyecto fallido y peligroso que busca liquidar la causa palestina bajo el pretexto de una supuesta «legitimidad internacional», a pesar de que lo que se propone contradice todas las resoluciones de la ONU sobre Palestina, aunque estas sean imperfectas. Es la continuación de lo iniciado en Camp DavidOsloWadi Araba y los Acuerdos de Abraham: una violación de los derechos palestinos y la fragmentación de su lucha nacional.

¿Cómo se puede hablar de «dos Estados” cuando todo el territorio palestino, desde el río hasta el mar, está ocupado, ¿cuándo la colonización en Cisjordania avanza aceleradamente y se cometen masacres contra niños, mujeres y hombres en Gaza? ¿Cómo se le puede prometer a un pueblo que resiste desde hace más de siete décadas un Estado de papel, sin soberanía, sin ejército y sin el derecho al retorno de los refugiados? ¿Por qué se le exige a un pueblo que lucha en nombre de toda la nación árabe que renuncie a sus derechos?

Francia siempre ha sido un aliado clave del colonialismo occidental en nuestra región, y hoy continúa este papel repugnante: apoya plenamente al ente sionista, se niega a detener la exportación de armas y reprime brutalmente cualquier expresión de solidaridad con Palestina en su territorio. París se presenta falsamente como un «mediador neutral», pero está en la misma trinchera que Washington y Tel Aviv, organizando conferencias que buscan consolidar el régimen de ocupación. Incluso ha logrado diluir las posturas de países europeos como Irlanda, Noruega, Bélgica y España.

En cuanto al régimen saudí oscurantista, tras años de preparativos mediáticos, religiosos y políticos, ya no le avergüenza declarar su alianza estratégica con el ente sionista, presentando la normalización como una opción «racional» que los demás países árabes deberían seguir. Para los gobernantes de Riad, Palestina no es más que una moneda de cambio para mejorar las condiciones de la protección estadounidense, y no les importa conspirar abiertamente contra la resistencia, presionando para desarmarla y deslegitimarla, aunque el precio sea el exterminio de dos millones de personas en Gaza. No es de extrañar: este es el mismo régimen que libró una guerra criminal contra el pueblo yemení.

En el fondo la llamada «solución de dos Estados» no es más que una legalización del ente sionista, la consagración de la derrota y el establecimiento de un régimen colonial racista en el 90% de la tierra palestina (no el 78% como se afirma), a cambio de una entidad palestina funcional, frágil y fragmentada, reducida a enclaves aislados en Cisjordania y Gaza, que no superará el 10% del territorio, sin garantías para el derecho al retorno, el desmantelamiento de los asentamientos o la liberación de los prisioneros. Es un proyecto para liquidar la causa palestina, no para resolverla con justicia. Un proyecto para despojar al pueblo palestino de la esencia de su causa: la liberación y el retorno.

La Declaración de Nueva York: sumisión total y un Estado de papel
En este contexto, es alarmante lo expuesto en la llamada «Declaración de Nueva York sobre el arreglo pacífico de la cuestión palestina», que incluye:

«Acogimos con satisfacción los compromisos de Mahmud Abás en nombre de Palestina, expresados en su carta del 9 de junio de 2025, incluida la búsqueda de una solución pacífica al conflicto y el rechazo continuo a la violencia y el terrorismo».
El texto añade:
«También acogimos con satisfacción su afirmación de que el Estado palestino debe ser la única entidad responsable de la seguridad en su territorio, pero que no pretende ser un Estado armado».

Esta fórmula no solo representa la declaración oficial del fin del proyecto nacional palestino y una rendición total a las condiciones de la ocupación sionista, sino que además encarna la desaparición misma del concepto de “Estado palestino», incluso bajo el concepto de «Autoridad» que se intenta vender a nuestro pueblo. Un «Estado» sin tierra, sin armas, sin resistencia, sin soberanía, que acepta la tutela occidental y saudí, no es más que una entidad de seguridad mutilada, subordinada al sistema sionista, ajena a las aspiraciones de liberación de nuestro pueblo. Es incluso más deforme que el fracasado proyecto de autonomía limitada.

La cruel ironía es que el enemigo sionista ni siquiera acepta este programa vaciado de contenido nacional, rechazando incluso la “visión de Mahmoud Abbas” y los Acuerdos de Oslo —redactados precisamente para protegerlo, consolidar su ocupación y limitar la resistencia de nuestro pueblo— le parecen demasiado.  Tal vez debamos alegrarnos de que los criminales de guerra sionistas y sus aliados boicoteen este proyecto., frente a un liderazgo palestino débil y cómplice, y ante regímenes árabes sumisos, en los que el colonialismo sionista se apoya para avanzar en la liquidación de la causa palestina.

La resistencia es el único camino
Esta etapa crítica exige un rechazo popular, árabe e internacional contundente a este proyecto conspirativo, la recuperación de la iniciativa de manos de los regímenes colaboracionistas e intensificar el apoyo popular, político, financiero y militar a la resistencia palestina por todos los medios. La experiencia de las últimas décadas ha demostrado que el enemigo sionista solo entiende el lenguaje de la fuerza, y que los derechos solo se recuperan mediante la lucha armada y la resistencia integral, no con negociaciones y mediaciones falsas.

Palestina ocupada desde el río hasta el mar, es un derecho sagrado del pueblo palestino, que no se puede negociar.  El retorno de los refugiados es un derecho que no se puede posponer ni aplazar. Quien promueva la fragmentación o la reducción de estos derechos es cómplice del proyecto de liquidación, ya sea bajo el manto de la religión o de la democracia. Ni los perfumes de París ni el oro de Riad podrán ocultar el hedor de su conspiración.

Fuente: Masar Badil

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