
Se me agotan las palabras
si la perversidad se arraiga,
si muere los sentimientos,
si muere la ternura,
si en nosotros muere el otro,
si en nosotros muere la vida…
Si el pan no nutre
¿para qué sirve el pan…?
si el hambre crece en Gaza
es porque menguamos
como humanos…
¿por qué restrinjo mi voz?
¿por qué raciono mi voz?
Mientras me silencio
se asedia la existencia,
colapsa la vida,
se abate el estómago,
se asedia la mente.
Hambre aguda,
punzante
como una aguja
en el lóbulo parietal,
púas en la razón
donde los alimentos
quedan en los recuerdo…
El hambre en Gaza
es un animal hambriento
insaciable y feroz,
traga, traga, traga
sin descanso,
devora todo
y a todos a su paso…
es como una grúa
que roe sin pausa,
sin límites
los intestinos…
Cada cuerpo que camina
es un cuerpo sin camino;
niños sin peso
gravitando sus sufrimientos,
abrumados,
aturdidos en sus inocencias,
niños huesos,
huesos demacrados
con sus cuerpos reducidos
y sus costillas recrecidas…
Muertes lentas,
depravadas, abyectas,
perversa, infame;
la inanición programada,
el escalamiento de la obscena realidad.
Gaza es un castigo colectivo,
Gaza es la negación de lo afirmativo,
en Gaza se estremecen las piedras…
Ante nuestros ojos,
ante nuestra apatía y abandono,
saturados,
colmados de banalidades
y simplezas
contemplamos impasibles,
apáticos
como se aniquila a un pueblo,
contemplamos como Gaza
se nos muere,
como fallece
en tiempo real…
Humberto Rojas D.
24-07-2025