
Miguel Alfonso Sandelis
09 mayo 2025
Hoy comenzamos con la sección “Monte adentro” para mostrar lugares interesantes de la naturaleza cubana, con sus datos más relevantes, las características, el entorno en el que están enclavados y las vías de acceso. Cada texto, además, incluirá una breve crónica de una excursión realizada a cada sitio.
En la rica naturaleza cubana existe un accidente geográfico que ofrece uno de los espectáculos más extraordinarios que se pueda disfrutar en todo nuestro archipiélago. ¿Su nombre? El Hoyo de Morlote.
Cuando en 1938 un aviador francés de apellido Morlote sobrevoló las terrazas del sur de la actual provincia Granma, divisó desde la altura un extraño agujero que rompía con la topografía de la zona. Ochenta y un años después, quien escribe estas líneas tuvo una sensación parecida al divisar por primera vez aquella cavidad cilíndrica desde la altura de una de las terrazas.
Aunque el Hoyo de Morlote no es el agujero a cielo abierto más profundo de Cuba, con sus setenta y ocho metros de profundidad máxima, solo es superado en siete metros por el Hoyo de Boné. Pero a diferencia de aquel, solo se puede acceder a su interior con un equipamiento adecuado dadas sus paredes verticales, lo que lo hace prácticamente inaccesible al visitante. El diámetro medio del Morlote es de cincuenta y cinco metros, y en su fondo presenta un pequeño estanque de agua.
Este raro accidente geográfico debe su origen al derrumbe del techo de una cueva, por lo que se considera un cenote y en la composición de la roca que lo conforma predomina el carso. Viéndolo desde la altura, su forma es bastante cilíndrica en un principio y después toma una forma cónica.

El fondo es irregular, más bien inclinado hacia su lugar más profundo, que es el estanque de agua. La superficie del fondo la conforman piedras sueltas de variados tamaños. Posee vegetación en su interior, entre la que se destaca una enhiesta yagruma. En el estanque de agua habitan especies endémicas dado su aislamiento, destacándose un tipo de camarón. Impregnada en la pared del Hoyo, cerca de la superficie, puede verse una gran colmena de abejas. La vegetación por los alrededores es seca, abundando las plantas espinosas, debido a la escasa capa vegetal y la cercanía del mar.
El Hoyo de Morlote está enclavado en uno de los niveles de terrazas del sur de la provincia Granma, pertenecientes al parque Desembarco del Granma. En sus proximidades se encuentra la cueva del Fustete. La población más cercana es Alegría de Pío, ubicada a unos ocho kilómetros del Hoyo. A su vez, el litoral se halla a menos de dos kilómetros de distancia.
El camino al Hoyo pasa por el lugar donde ocurrió el combate de Alegría de Pío, en la Guerra de Liberación, donde se levanta un monumento que conmemora el hecho.
Para acceder al Hoyo de Morlote es preciso llegar hasta el municipio Niquero, en el sur de la provincia Granma. De Niquero parte una carretera que rápidamente se convierte en terraplén y llega hasta el poblado de Alegría de Pío.
Después del poblado, la vía sigue unos tres kilómetros más, hasta un campamento de Flora y Fauna. Desde el campamento parte una vereda, que pasa junto al monumento al combate de Alegría de Pío y continúa, atravesando un profuso bosque. En un entronque de veredas, se debe tomar a la izquierda. Más adelante, justo antes de que la vereda inicie el descenso de las terrazas, se debe dejar para tomar por la izquierda un camino que se adentra en el bosque. Este camino desciende un nivel, continúa por terreno llano y después comienza el riesgoso descenso de las terrazas. Uno de estos descensos pasa cerca de la entrada de la cueva del Fustete y termina al borde del Hoyo.
La aventura
Para quienes nos apasionamos por adentrarnos en la naturaleza cubana en busca de sus lugares más extraordinarios, y conocimos de la existencia del Hoyo, la exploración al enigmático lugar se convirtió en una meta codiciada.
Conociendo que recientemente un pequeño grupo lo había descendido, los integrantes de mi grupo de excursionismo Mal Nombre (debe se nombre a un intrincado paraje del río Toa) pusimos como objetivo primordial de la excursión de verano del año 2019, bajar a sus profundidades, aunque nuestro grupo nunca sería pequeño, lo cual complejizaba la tarea aún más de lo que ya lo era en sí.
Tres sesiones de práctica de ascenso y descenso a rappel, en un farallón aledaño al río Almendares, nos sirvieron de entrenamiento.
Y llegó el día de la partida. En tren hasta Manzanillo, en Yutong hasta Niquero y en guarandinga hasta Alegría de Pío, para allí saber que el responsable de la logística no había podido gestionar todos los aseguramientos necesarios para la seguridad del descenso. Es decir, no podríamos adentrarnos en sus profundidades. Pero iríamos al Hoyo.
Al día siguiente, rondando el mediodía, éramos un tumulto de curiosos asomados a aquel impresionante borde, embelesados por tanta majestuosidad. Pero habría desquite.

En diciembre del mismo año volvimos a la carga, pero esa vez sí íbamos “con todos los hierros”. Un día lluvioso nos aplazó la revancha, pero al siguiente ya estábamos descendiendo las terrazas y asomándonos nuevamente al borde del Hoyo.
Tras buscar el lugar propicio para el anclaje, hacer los amarres pertinentes y cumplir con las necesarias medidas de seguridad, comenzamos a descender por parejas. Pasado el mediodía, ya éramos 16 los atrevidos que merodeábamos por el inclinado e irregular fondo del Morlote. Pero había que volver arriba y la tarde avanzaba.
Al oscurecer solo tres parejas habían logrado el esforzado ascenso a rappel. Continuar la operación en la oscuridad era muy riesgoso, por lo que los restantes diez integrantes del grupo que descendió comenzamos a preparar las condiciones para hacer la acampada más espectacular en nuestras vidas de “guerrilleros”.
A través de las cuerdas de ascenso y descenso nos llegaron las provisiones venidas desde la altura, y después del “banquete” nos tiramos apretados sobre un inclinado y polvoriento lecho, teniendo en la altura la sui géneris visión de un cielo estrellado y cilíndrico.

A la mañana siguiente completamos sin percances la operación de ascenso. Cuando partimos del lugar, nos fuimos con una experiencia única en nuestras vidas, y quien sabe si con el récord de más personas pernoctando en aquel extraño agujero tallado hacia las profundidades de la tierra.