Colombia: “El acuerdo de paz ha sido traicionado”


Uno de los máximos referentes de la guerrilla reconvertida en fuerza política legal y jefe de las negociaciones de paz en La Habana, Iván Márquez, dio prácticamente por enterrado el acuerdo con el Gobierno.

Se trata del dirigente que debía asumir su banca en el Congreso pero renunció a hacerlo como forma de protesta y luego desapareció de la escena política junto con Oscar Montero. Ambos firmaron una carta en la que aseguran que “tres actos de insensatez” liquidaron el proceso de paz: la falta de garantías jurídicas, las modificaciones del acuerdo original y el incumplimiento de puntos clave por parte del Gobierno.

“Personajes que nunca fueron ungidos con el honor de ser plenipotenciarios de las partes, se dieron a la tarea de meterle mano para dañar lo construido con tanto esfuerzo y amor. Sucedió después de la entrega de las armas. Eso es perfidia, trampa y ‘conejo’. Mal hecho. No se puede traicionar la paz de esa manera”, protestaron los firmantes de la carta que llegó al Congreso.

Ambos criticaron principalmente la transformación de la Justicia Especial de Paz (JEP) que denunciaron fue manipulada por el Fiscal General y el embajador estadounidense en el país, entre otros “enemigos” de la paz.

“Estamos frente a un descarado abuso en el ejercicio del poder, mezclado con una rendición inaceptable de nuestra soberanía jurídica a una potencia extranjera”, agregaron en la misiva de cuatro páginas en referencia a la subordinación del Estado colombiano a los intereses de Washington.

“Sin eufemismos y en lenguaje franco: lo esencial del acuerdo de paz de La Habana ha sido traicionado. El Congreso anterior hundió la reforma política y las Circunscripciones Territoriales Especiales de Paz. No se aplicó plenamente la amnistía; todavía quedan guerrilleros presos. Cinco años después de lograr el primer acuerdo parcial no hay titulaciones de tierras, ni fondo de 3 millones de hectáreas para los que no la tienen”, agregaron.

Quizás el mensaje más fuerte de la carta es que consideran un error haber dejado las armas antes de acordar los términos de la reincorporación económica y social de los guerrilleros. “Ingenuamente creímos en la palabra y la buena fe del Gobierno”, escribieron.

Ambos solicitaron a los senadores de la Comisión de Paz hacer el mayor esfuerzo posible para salvar el proceso. “Vale la pena intentar lo imposible”, concluyeron

 

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