Muros visibles, muros invisibles.


por: Larissa Costas

Melilla es la frontera sur de Europa. El territorio, que pertenece al Reino de España, mide apenas 12 kilómetros cuadrados. Se sitúa al norte de África, a orillas del mediterráneo. La valla de 6 metros de alto separa a Europa de África, a Marruecos de España.

La valla de Ceuta y Melilla fue financiada por la Unión Europea. Se erigió a finales de los 90 y costó 30 millones de euros. Los gobiernos conservadores de España han tratado de impedir el paso de los inmigrantes -que se ha incrementado desde 2012, después de la agresión de la OTAN a Libia.

Para ello, han ampliado la valla y reforzado con medidas de seguridad con sensores de ruido y movimiento, luces de alta intensidad, cámaras de vigilancia e inhumanas concertinas de alambre de espino y cuchillas. La Guardia Civil también cuenta con sensores que captan la respiración humana.

Citamos al Observatorio Proxy:

“De acuerdo con fuentes oficiales, en 2013 entraron en España de forma clandestina 33 mil 913 personas. De ellas sólo el 4,79% lo hizo por Ceuta y el 7,78% por Melilla. A pesar de ello, España ha invertido 289,4 millones de euros de la UE en proteger la frontera. A estas actuaciones se suman las llamadas “devoluciones en caliente”, prácticas ilegales que impiden que potenciales refugiados pidan protección en España, un derecho recogido en la Constitución y en el Convenio de Ginebra. Se estima que desde 2001 más de 5 mil personas han sido víctimas de devoluciones en caliente en estas fronteras. El incidente más grave sucedido recientemente tuvo lugar en febrero de 2014, cuando la actuación de la Guardia Civil supuso la muerte trágica de 15 personas por ahogamiento”.

La mina amurallada

Marruecos decidió construir un muro en el desierto para “defenderse” del Frente Polisario, movimiento que busca su independencia de ese país y la autodeterminación del pueblo saharaui. La construcción tuvo el apoyo de Estados Unidos, Israel, Francia, Arabia Saudí y Qatar. Tiene una extensión de 2 mil 720 kilómetros de largo, es considerado el segundo muro más largo del mundo después de la Muralla China. Un muro de estas dimensiones, construido en Europa, por ejemplo, podría aislar a todo el territorio continental de Portugal.

Citamos a la Organización por un saharaui libre:

“Es la mayor barrera militar en funcionamiento en el mundo, y su mayor peligro radica en los campos de minas antipersona y minas antitanque que ya se han cobrado la vida de miles de saharauis. Hay una compañía militar cada 5 kilómetros y un radar cada 15. Además hay tanques, drones, satélites y todo tipo de sofisticados equipamientos militares”. El territorio que lo circunda es el que tiene el mayor índice de minas per cápita en el mundo. Su mantenimiento supone a las arcas del gobierno marroquí cerca de 2 millones de dólares al día.

¿Se imagina usted un muro cuya construcción fue una iniciativa de la ONU? Pues tal fue el origen del muro que separa a Irak de Kuwait. Empezó a construirse en 1991, para evitar una nueva invasión de Irak al país vecino.

“Tiene 190 kilómetros de longitud y se compone de una cerca electrificada, alambre de púa y muros de arena. El conjunto está flanqueado por dos zanjas de cinco metros de profundidad”. Después de la invasión y ocupación yanqui, el muro no fue derribado sino expandido. En el año 2004, Kuwait construyó una nueva barrera de 217 kilómetros de expansión, con características similares al anterior, para “proteger” la frontera norte del país de invasiones iraquíes no militares, sino de inmigrantes pobres que, ante la guerra imperial, buscaban una nueva esperanza en el país vecino.

El muro de la segregación

Si de muros se trata, los israelíes son expertos como lo confiesa el propio Benjamin Netanyahu. Sus destrezas en distintas formas de segregación les han permitido levantar muros que los separan de Egipto, Líbano y Palestina. El primer ministro israelí tuiteó recientemente, a propósito del muro de Trump: “Yo construí un muro en la frontera sur de Israel (con el Sinaí egipcio). Paró toda la inmigración ilegal. Gran éxito. Gran idea”.

El trino lo llevó a trending topic en México, desde donde se emitieron cientos de mensajes de condena. El Gobierno de México expresó a Israel su “extrañamiento y decepción” por el pronunciamiento.

La verdad, no sabemos si reír o llorar porque tal “extrañamiento” denota un profundo desconocimiento de la realidad del pueblo palestino, asediado, hostigado y cercado por Israel.

En noviembre del año 2000, el entonces primer ministro israelí Ehud Barak aprobó un plan inicial de construcción del muro en el norte y centro de Cisjordania. Pero en junio de 2002 el gobierno decidió finalmente erigir dicha estructura de modo total. El objetivo es impedir el ingreso de palestinos a los territorios invadidos por Israel.

“El 85% de la ruta planificada del muro corre a través de Cisjordania, incluyendo Jerusalén Este, y no a través de la Línea Verde, que es la demarcación establecida en el armisticio árabe-israelí de 1949. En la mayoría de las áreas, el muro se compone de una valla eléctrica con caminos de tierra, cercos de alambre de púas y trincheras en ambos lados, de un ancho medio de 60 metros. En algunas zonas, se trata de un muro de hormigón de 6 a 8 metros de altura. La longitud del mismo -ya sea construido, en construcción o en planificación- es de 723 kilómetros, es decir, el doble de la Línea Verde”.

No es solamente el muro lo que divide. Es un complejo entramado de obstáculos físicos, legales y administrativos que comprenden desde puertas, puestos de control, sistema de permisos, tarjetas de identificación, destrucción, hasta la confiscación de propiedad. Más de 66 puertas se distribuyen en su extensión, de las cuales casi la mitad permanecen cerradas. Los palestinos necesitan gestionar permisos para acudir a sus trabajos, a sus escuelas, lugares de culto, casas propias y de familiares, tierras cultivables y hasta los servicios médicos.

Citamos a Telesur: la barrera que separa a Israel de Cisjordania “cuesta al gobierno israelí más de un millón de dólares por kilómetro. En 2006, el Banco Mundial anunció que financiaría la construcción del muro Israel-Palestina, y exigiría que los palestinos pagaran. Ante tal propuesta, Terry Walz, del Consejo para el Interés Nacional, grupo de Washington que monitorea la política internacional de EEUU hacia Israel y Palestina, respondió: ‘Debo admitir que es una vergüenza hacer pagar a los palestinos por la modernización de estos puntos de control, puesto que para empezar ellos no tienen nada que hacer con la construcción de la pared de separación y de hecho la han rechazado'”.

El caso fue remitido a la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que el 9 de julio de 2004 dictaminó que la construcción del muro israelí en Cisjordania es ilegal, ya que constituye un incumplimiento de las obligaciones contraídas por Israel en virtud del derecho internacional humanitario.

Los muros que gritan las divisiones de clase

Los muros para discriminar por clase están presentes en América Latina. En Lima, un muro de 10 kilómetros divide a una de las urbanizaciones más ricas de la ciudad de una de las zonas más pobres, que comparten dos lados de un mismo cerro.

En Brasil, se han levantado varios muros que rodean a las favelas. No son pocas las voces que reclaman que esos muros buscan separar a las zonas más empobrecidas de Río de Janeiro de las de mayores recursos. Sin embargo, “la agencia gubernamental responsable de la construcción del muro dice que la razón es únicamente ecológica, porque hay que proteger el bosque atlántico de estas comunidades que están creciendo a toda velocidad”.

Mauricio Macri, cuando era jefe de Gobierno de Buenos Aires, impulsó una polémica medida: ocultar la pobreza con una malla de acero, instalada entre los límites de la Villa 31 y el Barrio de la Recoleta y Retiro (éstos dos últimos son dos de los distritos más residenciales y caros de Suramérica).

Nuestra capital Caracas, aunque no levante muros, no deja de mostrar el contraste de la riqueza y la pobreza, las divisiones de clase. Esos muros que son igual de injustos, pero invisibles.

Muros invisibles

Perversiones del espíritu como la xenofobia, la discriminación, el racismo, son otros muros, levantados con materiales mucho más difíciles de roer que el hormigón, son miserias de espíritu que todo colectivo con sentido ético rechaza. Es por eso que tales expresiones en dirigentes políticos resultan siempre escandalosas.

Quiero referirme a un caso reciente que nos ha afectado a los venezolanos. Un muro alzado por aquellos que, por la vía del desprecio y la discriminación a nuestro gentilicio, pretenden dividir a dos pueblos hermanados por la misma espada.

El Vicepresidente de Colombia hace pocos días señaló, en un acto, que las viviendas que se entregarían en el sector de Tibú no beneficiarán a los venezolanos, o como él nos llamó: “Los venecos”.

En el mes de marzo Vargas Lleras dejará su cargo para aspirar a la presidencia. En 2010 llegó de tercero. En 2014 se convirtió en compañero de fórmula de Juan Manuel Santos. En aquella oportunidad, durante la campaña, fue interpelado por un ciudadano del Arauca que exigía respuestas sobre el uso de los recursos para construir viviendas. En el video, disponible en Internet, se escucha a Vargas Lleras refiriéndose al ciudadano con el término peyorativo “gamín”. cuyo sinónimo más ligero sería algo así como vagabundo.

En el mes de diciembre de 2016, el vicepresidente colombiano fue el centro de la discusión en las redes sociales cuando se difundió un video en el que se logra observar cómo Vargas Lleras va caminando con una sombrilla bajo un aguacero e intenta evitar a decenas de personas que se acercan a saludarlo; ante una confusión y un tropiezo, Vargas Lleras reaccionó golpeando a uno de sus escoltas: primero con la sombrilla que usaba para cubrirse y, luego, le asestó un coscorrón.

Así conocimos a Ariel Ahumada, el agredido, que apareció en un segundo video en el que el vicepresidente le empuja durante una rueda de prensa. El propio Ministerio del Trabajo calificó el coscorrón como un maltrato. En aquella ocasión se disculpó públicamente.

Vargas Lleras no se disculpará

Los venezolanos no hemos corrido con la misma suerte. El Vicepresidente de Colombia aseguró que no se disculpará con nosotros. Aquí se justifica.

María Ángela Holguín, por su parte, siguió poniendo guindas al pastel al decir que “la interpretación del gentilicio que utilizó no es un tema que pueda ser peyorativo o insultante”.

La soberbia de nuestros vecinos vaya por delante. Nuestro gentilicio no es veneco: somos venezolanos y venezolanas. Las ofensas no pueden ser valoradas por el emisor, sino por quien las recibe. La expresión fue por contexto y enunciado xenófoba y discriminatoria. No está demás decir que la prepotencia es la respuesta esperada de los herederos de Santander, expertos en dividirnos y alzar muros.

La negación a una persona lo que son derechos fundamentales por razones de origen, es inaceptable. Colombia, además, es signataria de instrumentos internacionales como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional que prohíbe la promoción del odio, la intolerancia y la discriminación contra cualquier grupo social. Colombia también es firmante de la Convención de la ONU sobre los derechos de los migrantes que les asegura el derecho a la igualdad ante la ley y garantiza a los migrantes el acceso a los servicios educativos y sociales.


Publicado originalmente en el blog de Larissa Costas.

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