La Caraqueñidad | Girón, Sadel y Duijm, íconos de la inmortalidad caraqueña


Este trío glorioso abrió muchas puertas para beneficio, incluso, de todo el país

Un trío icónico y triunfal, desde sus diversas ocupaciones, le dio a la Caracas de los años 50 una estatura de ciudad cosmopolita, en crecimiento, en logros y de mucho presente y futuro. Fueron ellos César Girón, Alfredo Sadel y Susana Duijm, nacida esta última en Aragua de Barcelona, pero adoptada en la popular barriada del oeste caraqueño, Lídice.

Ciudad en crecimiento

Un plebiscito le dio legalidad en el poder a Marcos Pérez Jiménez, tema que opacó informativamente el hecho de que, en esos días, en Helsinki 52, el zuliano Asnoldo Devonish había ganado la primera medalla olímpica para el país en la modalidad de salto triple.

La ciudad fue testigo de cómo una bola maciza caía desde las alturas de las grúas para demoler viejas edificaciones y marcar el proyecto urbanístico del dictador, que le dio vida a la autopista Caracas-La Guaira, la urbanización 2 de Diciembre (actual 23 de Enero), concluyó la Ciudad Universitaria con sus estadios Olímpico y Universitario). Vio vida el teleférico de Caracas (y el de Mérida), las avenidas Sucre, Urdaneta, Victoria y San Martín, así como varias instituciones educativas, además del velódromo Teo Capriles, el hipódromo La Rinconada y más.

Camino a la eternidad…

Los diciembres daban paso a las ensordecedoras ruedas de hierro de los patines Winchester. la escena radial era de Frijolito y Robustiana, Tamakún el vengador errante, El misterio de las tres torres y El derecho de nacer, que aportó al refranero criollo: “Ya don Rafael habló”.

En medio de ese ambiente de expansión, en el Nuevo Circo de Caracas el gran César Girón, caraqueño-aragüeño (hay polémica), y universal por el legado taurómaco (había tomado su alternativa en Barcelona, España, el 28 de septiembre de 1952), con la magia de su capote y su muleta fue centro de atracción de grandes tardes de sangre y arena. Su influencia y sobrada clase como matador de toros permitió que los caraqueños pudieran ver en acción a Rovira, Dominguín, Luis Procuna, Carlos Arruza, al Diamante Negro, entre otros.

Paralelamente, el mundo paría estrellas como Jorge Negrete, Pedro Infante, María Félix o Cantinflas. Caracas, por su parte, dio a luz aquella voz que se inmortalizó desde sus primeras notas: Alfredo Sánchez Luna, fiel fanático del zorzal argentino don Carlos Gardel, por lo que se autobautizó artísticamente como Alfredo Sadel (Sánchez y Gardel).

El natural dominio de los escenarios mostrado por ese guapo de barrio, y galán como el que más, lo puso a la par de las grandes estrellas internacionales. Incluso sorprendió al Bárbaro del ritmo, don Benny Moré, cuando designaron a ese “desconocido caraqueño” para que grabara a dos voces con el veterano cubano la histórica versión de Alma Libre.

Mientras eso ocurría, ya sobresalía una esbeltísima y preciosísima morena. Se trataba de Susana Duijm, quien con brillo propio salió de Lídice (barrio del oeste caraqueño), para coronarse como la primera Miss Mundo venezolana. Esa elección del 20 de octubre de 1955 le abrió un camino de incontables éxitos en el modelaje, como presentadora, animadora y locutora a la reina Susana, la pionera, hasta que, con 80 años, falleció en Margarita el 18 de junio de 2016.

Cuenta el refranero criollo que Alfonso “Chico” Carrasquel, un día llevó a tan distinguido grupo a almorzar al famoso Alazán. Como no había sitio disponible, estacionó mal su Buick y, jocoso, como siempre, le explicó al fiscal de tránsito: “Ando con la mujer más bella del mundo, el mejor torero del mundo, el mejor tenor del mundo y yo soy el mejor shortstop del mundo”. Todos se rieron y pasaron a comer. Al salir, el Chico consiguió una boleta en su carro que registraba aquella infracción, y decía: “Firmada por el mejor fiscal del mundo”.

LUIS MARTÍN/CIUDAD CCS
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