MAR DE LEVA. 4 IDEAS MUY GENERALES


Farruco Sesto

Ahora que en todas las conversaciones se ofrecen amplias ideas sobre lo que hay que hacer, pongo las mías sobre la mesa por si acaso pudieran ser de utilidad. Tómense como la modesta contribución de un revolucionario que opina desde la lealtad. Y que más sabe por viejo que por diablo.

Vamos por partes:

En relación a la guerra económica, pienso hay que buscar algún tipo de armisticio. No tengo duda de ello. Pero mi opinión es que hay que hacerlo desde una posición de fuerza, vale decir, desde la posición aventajada que dan el poder político y el respaldo popular.  Si algún sentido estratégico puede tener el diálogo, es hacia la procura de ese armisticio.

Sobre la confrontación política, creo que hay que insistir en llevarla, como se ha hecho, al campo democrático. Pero más allá de ello, no debe haber ningún otro tipo de acuerdo que debilite el propósito emancipador y la construcción del socialismo. Toda flexibilidad debe acabarse cuando se puedan poner en riesgo las bases doctrinarias de sustentación del proyecto bolivariano, legado de Chávez.

Con respecto a la fractura anímica de la sociedad venezolana, considero indispensable un trabajo sostenido a favor del hermanamiento y la deposición del odio entre sectores, grupos y personas.  Creo que esa es una tarea eminentemente cultural. Para ello hay dos puntos de apoyo importantes: uno, la valoración activa del debate argumentado, como el mejor escenario para la confrontación política. Y dos, la valoración del sentimiento patriótico, como elemento de unión nacional.

Hay un tema difícil de tratar y que para algunas personas (así me lo han dicho) se está convirtiendo en lo más preocupante de todo: la degradación de los valores de convivencia ciudadana, en el ámbito de lo cotidiano.  Me parece que allí el Estado revolucionario tiene la obligación de reimponer la autoridad y retomar el control que le corresponde para ayudar a organizar la vida en común. Hay leyes, hay normas y hay tradiciones no escritas de gran valor, que deben respetarse. Chávez lo dijo a su manera el 8 de octubre de 2000: “el concepto de ciudad y de civilidad hay que recuperarlo”. Y creo también que en esa revitalización del espíritu de ciudadanía, tanto el pueblo organizado como la vanguardia política han de acompañar al Estado.

Por supuesto que las ideas aquí expuestas no dejan de ser generalidades. Pero tal vez ofrezcan algunas de las claves para ponerle el cascabel al gato.

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