OSCAR PEREZ, CHICHARRONERO DEL JUNQUITO Y SU BURDA LEYENDA LIBERTADORA


 

Noris Rondón Albornoz

 

Hay que ver con serenidad el camino que debe recorrer un hombre para ser llamado héroe, así mismo discernir y diferenciar cómo esa palabra ha sido utilizada con tanta banalidad por la inmediatez mediática, vaciándola de contenido hasta parecer un sin sentido. Al respecto, debo decir que una característica del héroe es  la magnanimidad; es aquel hombre justo, noble, virtuoso, cuya actitud lo conduce a la perfección de sí mismo. Un héroe pareciera destinado a cumplir  metas elevadas y dirigidas al bien común, desde la autenticidad sin la apariencia, sin egos y apegos.  Un héroe es en  sentido teleológico e histórico, un sujeto integrado de valores y enfrentado a los anti valores de la época, llamado también héroe épico.

El héroe contemporáneo en la historia reciente se ajusta a la diversidad semántica que le van prestando los pueblos y  las culturas; de igual manera los arquetipos. En tal sentido, éste adquiere “genio y figura”  según quienes lo piensan y lo sienten, aquellos a quienes se dirige, por lo tanto, robarse un helicóptero, disparar contra el TSJ, lanzar granadas, asaltar un comando de la Guardia Nacional Bolivariana, robarse las armas, realizar videos amenazando con lanzar consignas anti gobierno  esgrimiendo la defensa del pueblo según él indefenso,  con la ilusión de ordenar lo que desde su psiquis considera desordenado. Alguien así no puede ser llamado héroe y menos libertador de nada, así nos recuerde a un militar de raza aria con ojos verdes incluidos.

Muy alejado del arquetipo del héroe, en el peor de los casos, no llega ni a leyenda urbana  porque ésta es construida con acciones episódicas y mediáticas cuyas escaramuzas exageradas y huidas con ligereza, recuerdan al hombre araña, al Superman, cuyas naturalezas son invencible dado los superpoderes que los acompañan.

Este actor salido de la “Pantalla de vidrio”, a quien nadie conocía, y carecía  de pueblo de carne y hueso, y tenía seguidores virtuales, nace de la necesidad de una oposición menguada para crear ídolos y un altar donde rendirle culto. Aparece y desaparece entre la violencia, porque en la tv, y en las redes, están el enredo, el malandro y el jibaro, que son los bachaqueros de este tiempo, no son héroes y arquetipos. Son piezas mediáticas.

En el mismo orden discursivo, la reflexión apunta a “Oscar Pérez, nuestro libertador” , el ídolo de la oposición; y decimos, hay que ver el trabajo sostenido en el tiempo y espacio para que una persona sea considerada Libertador, porque sin duda no se refieren al Libertador Simón Bolívar  y su pléyade de soldados dispuestos como ejército de liberación a liberar pueblos y gentes de diferentes culturas, hombres y mujeres que alzados en armas combatieron por la independencia de cinco países y poseían teoría y conocimiento de lo que hacían; por lo tanto sus acciones estaban dotadas de sentido y significado, lo que les confiere carácter de héroes y heroínas. Sus simbologías no son una creación o invención de leyendas urbanas, son producto de la realidad objetiva que los hacía ser como eran, poseedores de un saber histórico enmarcado en un contexto que los condujo por el camino de la heroicidad.

El Libertador Simón Bolívar y su pléyade de soldaos, hombres y mujeres, todos, dejaron para la posteridad el valor del símbolo, palabra que del griego simbolé sinbolom significa acuerdo, encuentro, reunión; por lo tanto, lo importante radica en los símbolos latentes y presentes en los actos y hechos ocurridos en la historia reciente. Así tenemos los símbolos patrios re-direccionados, recuperados, y devueltos por el Hugo Chávez, el Comandante Supremo, la bandera, y sus colores, el himno nacional y el escudo con su contenido patriótico.

De ese modo, cobran vigencia por lo que significan, cuyo sentido y significado nunca se separan del significante; en otras palabras, llamar libertador a alguien que no lo ha sido en su verdadera connotación histórica, es hablar y decir otra cosa, es otro lenguaje, es una palabra vacía de sentido y significado y no se refiere a lo que en su inicio significa: en este sentido Oscar Pérez no es ningún Libertador sino un comedor de  chicharrones del Junquito y terrorista, mitad psicópata, mitad megalómano. Y estas condiciones no la resaltan los medios comerciales, como El Nacional y otros.   

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