FARC-EP pide intervención del Papa en el proceso de paz


Mediante una carta abierta, Timoleón Jiménez pide la mediación del Papa ante las amenazas actuales que enfrenta el proceso de paz en Colombia.

El máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP), Timoleón Jiménez, conocido como Timochenko, envió este domingo una carta al Papa Francisco para pedirle que interceda ante las amenazas contra el proceso de paz.

En la misiva publicada en el portal web, el líder insurgente asegura que existen “serios peligros de tormenta en el horizonte que amenazan con echar a pique tan grandioso esfuerzo de todos los colombianos de buena voluntad”, dice.

>>Timochenko: Firmar un acuerdo y no cumplir sería un suicidio político. [1]

Asimismo Timochenko asegura en el documento que “creemos que nunca como ahora nuestra patria requiere la siembra del amor en donde crece el odio, la fuerza del perdón en donde hay la ofensa, el calor de la unión donde anida la discordia, la fe donde reinan las dudas, la verdad donde hay error. Y que en ello el poder de la Iglesia de Cristo está llamado a cumplir singular protagonismo. Ya lo dijo el hermano Francisco, parece ser más acorde a la voluntad de Dios que, interrumpiendo la calma de la oración, salgamos a trabajar en el mundo”.

Posteriormente, pide la mediación del Papa de la siguiente manera: “Pensamos que su Iglesia podría desplegar una tarea correspondiente en Colombia, desde la más humilde parroquia a sus más altas jerarquías: despertar en el corazón de los confundidos el respaldo a la paz y la reconciliación. Por oscuros que sean los nubarrones que se asoman, no podemos rendirnos ante su furor.

>>10 audios vinculan a Álvaro Uribe con grupos paramilitares. [2]

A continuación el texto íntegro de la misiva abierta enviada al Vicario de Cristo. 

El Vaticano

Su Santidad:

Mediante comunicación privada dirigida a Su Eminencia a mediados del año anterior, expusimos de manera sucinta cómo las razones políticas de nuestra lucha coinciden en buena medida con lo expuesto por Su Santidad en su reconocida encíclica Laudato Si, en especial en lo que hace al sufrimiento que se ocasiona a los pueblos por cuenta del egoísmo del mercado y los capitales. La guerra es quizás la más dura de todas esas consecuencias.

Por eso también referíamos a Su Excelencia los vientos favorables que soplaban para el proceso de paz que adelantamos en La Habana con el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos. Hoy día podemos contar con el mayor entusiasmo que hemos avanzado enormemente hacia la concreción de un Acuerdo Final, al punto de tener acuerdos parciales firmados sobre cuatro de los seis puntos que integran la Agenda pactada, y hallarnos cerca de cerrar el quinto de los temas abordados, que tiene la denominación general de Fin del conflicto.

Pero además podemos dar cuenta del gran apoyo internacional obtenido por las conversaciones de paz, que cuentan con el respaldo expreso del gobierno de los Estados Unidos, la Unión Europea, la CELAC, UNASUR, la Organización de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad. Hemos expresado reiteradamente que nuestro real interés no es otro que hacer política legal y abierta, con garantías plenas, no solo para quienes nos reincorporaremos a la vida civil y tranquila, sino para todos los sectores inconformes y de oposición. Aspiramos a una efectiva reconciliación nacional.

Siguiendo a San Francisco de Asís, podemos decir que la paz que anunciamos con palabras hace realmente nido en nuestros corazones. Iniciamos el proceso de paz haciendo todo lo necesario, continuamos haciendo lo posible y hoy estamos a punto de coronar lo que parecía imposible. Aparecen, sin embargo, serios peligros de tormenta en el horizonte, que amenazan con echar a pique tan grandioso esfuerzo de todos los colombianos de buena voluntad.

Organizaciones paramilitares desatan en nuestro país una ofensiva criminal que apunta a desmoralizar a los amigos de la paz, emplazándolos por medio de las armas en contra del proceso, capaces de intimidar varias regiones del territorio nacional. Su acción nefasta coincide con la confabulación emprendida por sectores políticos beneficiarios de la guerra, que agitan los ánimos y pretenden movilizar la opinión pública en contra de los acuerdos alcanzados.

Creemos que nunca como ahora nuestra patria requiere la siembra del amor en donde crece el odio, la fuerza del perdón en donde hay la ofensa, el calor de la unión donde anida la discordia, la fe donde reinan las dudas, la verdad donde hay error. Y que en ello el poder de la Iglesia de Cristo está llamado a cumplir singular protagonismo. Ya lo dijo el hermano Francisco, parece ser más acorde a la voluntad de Dios que, interrumpiendo la calma de la oración, salgamos a trabajar en el mundo.

Su Santidad ha dado muestra evidente de ese apostolado, recorriendo uno y otro lugar del planeta con su mensaje de amor. Pensamos que su Iglesia podría desplegar una tarea correspondiente en Colombia, desde la más humilde parroquia a sus más altas jerarquías: despertar en el corazón de los confundidos el respaldo a la paz y la reconciliación. Por oscuros que sean los nubarrones que se asoman, no podemos rendirnos ante su furor. Aprendimos del de Asís, que toda la oscuridad del mundo no puede apagar la luz de una sola vela.

De Su Excelencia,

TIMOLEÓN JIMÉNEZ

Comandante en Jefe de las FARC-EP

En contexto

En Colombia diversos movimientos sociales y dirigentes políticos denuncian que el paramillitarismo sigue vivo y representa una de las amenazas más fuertes contra el proceso de paz.

Pese a la voluntad de la insurgencia y del Estado en negociar un acuerdo en La Habana, aún hay denuncias de desapariciones y crímenes producto del paramilitarismo.

En abril de este año, organizaciones sociales y comunitarias de Colombia debatieron en la audiencia pública Persistencia del paramilitarismo, sin garantías no hay paz sostenible, sobre la presencia de este flagelo.

El padre Javier Giraldo advirtió que más de la mitad de mil 889 violaciones a los derechos humanos registradas en Colombia el año pasado fueron cometidas por “paras” lo que evidencia que el paramilitarismo, contrario a lo que se afirma, sigue.

“…la violencia derivada de la falta de una desarticulación efectiva y completa de las estructuras armadas de grupos paramilitares, continúa impactando severamente los derechos de las y los habitantes de Colombia”, cuando el Estado colombiano sigue manifestando haber desmontado a los grupos paramilitares.

>>Uribismo marcha contra la paz en Colombia y sigue paro armado. [3]

Esta situación se agravó con la marcha contra el proceso de paz que convocó a principios de este mes el partido Centro Democrático, liderado por el expresidente derechista Álvaro Uribe Vélez,  quien organizó manifestaciones en momentos en los que un acuerdo para poner fin al conflicto armado está avanzado para materializarse.

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